No, no es “el fin el que justifica a los medios”. Son nuestros pinchurriéntos medios los que hoy, están justificando nuestro penoso fin. Es lógico pronosticar que los medios que históricamente hemos utilizado para alcanzar nuestros egoístas y torpes fines nos han llevado a la ruina como humanidad.

Por siglos, la búsqueda de un “orden” fue establecido por sabe Dios quién. El caso es que ese “orden” nos ha llevado al caos que hoy vivimos como vida, colocando al ser humano en último plano.

¿Qué es el orden? El orden es descrito como mandatos, decretos, ordenanzas, ley, sistema, jerarquía: en síntesis, nada que corresponda a la libertad del ser, al equilibrio  que correspondería a la naturaleza de la vida. Quizá el fracaso se deba a que la palabreja suena a imposición, más que a la búsqueda de un equilibrio para el beneficio del bien común.

El problema estriba en que puedes mantener un orden determinado sobre las cosas, sobre aquello que puedes guardar en cajones o en una chequera pero, ¿cómo vamos a mantener un orden sobre nuestras emociones o en nuestros sentimientos? Puedo intentar un cierto equilibrio en ellos pero, un orden jamás.

El problema se agudiza cuando descubro que “yo soy lo que pienso” y lo que pienso hace jugarreta y media con mis emociones y sentimientos. Así que, prefiero intentar mantener un “equilibrio” en mi vida, más que mantener un orden puesto; que aún no sé qué soy ni por qué soy como soy y siento lo que siento…Tal vez porque pienso que no soy una cosa aunque mi cuerpo si lo es, ése si se puede guardar en un cajón ordenado, sin importar si está o no en equilibrio…Pienso que esto es un caso de semántica pura.