Anoche durante la inauguración de la Feria de Puebla vimos una vez más el rostro de la civilidad y de la armonía social que tanto promueve Sergio Salomón Céspedes.

Su mensaje llamó a la unidad, al disfrute de la feria en familia, a presentar y presumir al mundo toda la grandeza de nuestro estado.

El gobierno de Sergio ha trabajado desde el inicio por reconstruir esas dos Pueblas que tanto se alejaron con los discursos del gobierno barbosista.

También habló de las bellezas naturales que encierra nuestro estado en la sierra, la vasta gastronomía típica de las regiones y el arduo trabajo de los emprendedores que apuestan en los agronegocios.

Por ello, su mensaje en la inauguración de la fiesta que une a los poblanos no es ajeno ni circunstancial.

Sin embargo y por desgracia, las elecciones y en concreto las campañas electorales sí han mermado esos esfuerzos.

Hoy existen dos Pueblas, una es la de la armonía y la gobernabilidad que construye Sergio Salomón; la otra es esa arena electoral en donde todos los actores y actrices andan con el cuchillo entre los dientes, es una lucha de pandillas en un callejón sin salida.

Nuestros candidatos y candidatas, pero principalmente esos agremiados y agremiadas, que lo mismo se nombran voceros que defensores, se han empeñado en violar acuerdos de civilidad política, incluso rompiendo leyes.

Para muestra tenemos el pacto de los diputados, con el cual acordaron no llevar los temas álgidos de las campañas electorales a la máxima tribuna de nuestro estado, para no contaminar al Congreso con temas ajenos a su tarea legislativa.

Ayer mismo se recordaba ese pacto, pero instantes después se rompía el acuerdo para presentar en la tribuna posturas tan distantes y por momentos desinformadas.

Decirle a alguien borracho no es clasista ni racista. Existen bebedores compulsivos que son extremadamente pobres, como también alcohólicos que visten las marcas más finas. De igual manera hay enfermos con la piel blanca, morena o negra.

Confiemos en que el llamado de anoche alcance a los políticos y entiendan que el electorado está ávido de propuestas viables, de ser escuchado, de tener resultados y no de posicionamientos contrarios que en nada abonan a la construcción de un estado fuerte.

¿Podrán entenderlo?

Veremos y diremos.

¿Y la renuncia para cuándo?

Muchos de los candidatos que buscan la reelección como presidentes municipales han encontrado en las lagunas legales la fórmula perfecta para seguir en las mañanas cobrando como alcaldes y haciendo campaña por las tardes.

Aún cuando explícitamente la ley no les obliga a soltar el hueso, la verdad es que su doble papel -autoridad/candidato- no demuestra una higiene política.

En otras palabras, es legal, pero no moral. De ahí que sería interesante que tras concluir este proceso electoral nuestros próximos legisladores se den a la tarea de reformar la ley, en un ánimo de equilibrar un poco más las futuras campañas.