Hoy se cumplen 31 años de la muerte del escritor argentino Julio Cortázar, uno de los grandes revolucionarios universales del cuento, a través de su reconocida obra “Rayuela”.

En 1963 publicó la novela Rayuela, quizá su más conocida obra, en donde propone alterar el orden de la lectura, abriendo la puerta hacia la dimensión lúdica de la recepción literaria, centrándose en la creación nueva que realiza cada lector cuando lee un libro. Rayuela marcó un antes y un después en la literatura latinoamericana. Cortázar decía que lo sorprendía mucho que esta novela fuera mayormente leída por jóvenes, un público al que no apuntó conscientemente cuando la escribía, sobre esto, dijo alguna vez: 

“Cuando terminé“Rayuela pensé que había escrito un libro de un hombre de mi edad para lectores de mi edad, y la gran maravilla cuando se publicó en Argentina y en toda la América Latina, es que encontró sus lectores en los jóvenes, en quienes yo jamás había pensado directamente al escribir este libro. Los verdaderos lectores de “Rayuela” han sido los jóvenes. Esa es la gran maravilla de un escritor: saber que ha escrito un libro pensando que hacía una cosa que correspondía a su edad, a su tiempo y a su clima, y descubrir de pronto que planteó problemas que son de la generación siguiente. Esa es para mí la gran recompensa, la justificación total de “Rayuela”.

Pero también escribió aquellas entrañables “Historias de Cronopios y de Famas”, o libros de relatos como Queremos tanto a Glenda (1980), Todos los fuegos el fuego (1966), Las armas secretas (1959), Final del juego (1956) o Bestiario (1951), entre otros. El argentino dijo alguna vez que: “la realidad inmediata significa una vía de acceso a otros registros de lo real, donde la plenitud de la vida alcanza múltiples formulaciones”

Julio Cortázar nació en Bruselas, un 26 de agosto de 1914, hacia 1918 la familia se traslada a Buenos Aires, instalándose en el suburbio bonaerense de Banfield. Por esos años el padre los abandona, dejando al pequeño Julio al cuidado de su madre, hermana, tía y abuela. Estudia para ser maestro y luego ingresa a la Facultad de Filosofía y Letras. “Presencia” es su primer poemario, publicado con el seudónimo “Julio Denis”, hacia 1938. Recorre varios ciudades y parajes de la Argentina trabajando como maestro. 

En 1945, cuando Juan Domingo Perón gana las elecciones presidenciales argentinas, renuncia a su cargo en la universidad de Cuyo.

Durante esos años traduce, escribe para la prensa, publica relatos, y redacta sus primeras novelas. En una entrevista el escritor ha dicho que cuando tenía 9 años, ya había escrito algo que: “No tengo ni la menor idea de lo que era, aunque supongo que algo muy lacrimoso, muy romántico, una historia en la que todo el mundo moría al final”. Sin embargo: “Empecé a publicar bastante tarde. No he sido un escritor precoz en el plano de la edición, aunque sí en el de la escritura. Quizá haya un elemento culpable, una especie de narcisismo personal, pero más bien lo veo como una autocrítica muy rigurosa”.

Se traslada a Europa y recibe prontamente una beca del gobierno francés, se instala en París en donde trabaja en una radio y en una distribuidora de libros. Hacia los años cincuenta, en Roma, traduce las obras en prosa de Edgar Allan Poe. En 1954 empieza a trabajar como traductor para la UNESCO y allí decide quedarse definitivamente en París.

Hacia 1956 edita “Final del juego” y también la traducción de los cuentos completos de Edgar Allan Poe. Pero no sólo tradujo a Poe, entre sus traducciones se encuentran autores de la talla de Gide, Chesterton, Daniel Defoe y Henry Bremond, Marguerite Yourcenar.