Quiero reflexionar sobre la fiesta de la Asunción de la Virgen que la Iglesia celebra el 15 de agosto. La Virgen María es escuela de paciencia y esperanza, no nos deja solos, nos acompaña siempre y sostiene a los católicos en el combate contra las fuerzas del mal.

Hay tres palabras que se relacionan con la fiesta de la Asunción de la Virgen: lucha, resurrección y esperanza.

"El pasaje del Apocalipsis presenta la visión de la lucha entre la mujer y el dragón. La figura de la mujer, que representa a la Iglesia, es por una lado gloriosa, triunfante, y del otro aún en trabajo. Así, en efecto, es la Iglesia: si es la del cielo ya está asociada a la gloria de Su Señor, en la historia vive continuamente las pruebas y los desafíos que comporta el conflicto entre Dios y el mal. Y en esta lucha que los discípulos de Jesús deben afrontar - todos nosotros, todos los discípulos de Jesús debemos afrontar esta lucha - María no nos deja solos, la Madre de Cristo y de la Iglesia está siempre con nosotros".

La Virgen "siempre camina y está con nosotros. También María, en cierto sentido, comparte esta doble condición. Ella naturalmente ya ha entrado de una vez y para siempre en el Cielo, pero esto no significa que sea lejana, que se haya alejado de nosotros, de hecho María nos acompaña, lucha con nosotros, sostiene a los católicos en el combate contra las fuerzas del mal". "La oración con María, en particular el Rosario también tiene esta dimensión "agónica", es decir de lucha, una oración que sostiene en la batalla contra el maligno y sus cómplices. También el Rosario nos sostiene en la batalla".

La resurrección. "Toda nuestra fe se basa en esta verdad fundamental que no es una idea sino un evento. Y también el misterio de la Asunción de María en cuerpo y alma está inscrito en la Resurrección de Cristo. La humanidad de la Madre fue atraída por el Hijo en su paso a través de la muerte". "Jesús ha entrado una vez y para siempre en la vida eterna con toda su humanidad, esa que había tomado de María, así ella, que Lo ha seguido fielmente toda la vida, Lo ha seguido con el corazón, ha entrado con Él en la vida eterna, que llamamos también Cielo, Paraíso o Casa del Padre". María también sufrió los dolores de la cruz de Cristo, que vivió hasta "el fondo del alma". "La esperanza es la virtud de quien, experimentando el conflicto, a lucha cotidiana entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal, cree en la Resurrección de Cristo, en la victoria del Amor".

El Magnificat, que María entona en acción de gracias a Dios, es un canto de esperanza. "Este canto es particularmente intenso allí donde el Cuerpo de Cristo sufre hoy la Pasión".

"Donde está la Cruz, para nosotros los católicos está la esperanza, siempre, si no hay esperanza, no somos cristianos. Por esto me gusta decir: no se dejen robar la esperanza. Que no nos roben la esperanza, porque esta fuerza es una gracia, un don de Dios que nos lleva hacia adelante con la vista en el Cielo, Y María siempre está allí, cercana a esta comunidad, a estos hermanos nuestros, camina con ellos, sufre con ellos y canta con ellos el Magnificat de la esperanza". 

Queridos hermanos y hermanas, unámonos también nosotros, con todo el corazón, a este canto de paciencia y victoria, de lucha y alegría, que une a la Iglesia triunfante con la peregrina, nosotros, que une la tierra con el Cielo, que une nuestra historia con la eternidad, hacia la cual caminamos.