El emporio mediático Televisión Azteca encantó el Complejo Cultural Universitario, escaparate para la política local, apetitoso placebo para los fans del conocimiento vía “choúmans” y speakers, con un encantador afloja neuronas del paraíso sin fondo del homo-videns salinasplieguista.

Científicos cognitivos, paleontólogos y matemáticos en el cautiverio de un gran set de televisión condensaron los avances de la sociedad informacional y tecnocrática.

El grupo Salinas logró lo imposible: compactar la complejidad de la epistemología en gags importados del gran ego capitalista, descafeinar los descubrimientos de los laboratorios del MIT de Massachusetts, para los illuminati de la pequeña burguesía nacional y confirmar lo superfluo de cualquier ministerio o Secretaría de Educación Pública.

Los fans de Paty Chapoy prefirieron tomarse fotografías con la conductora de Ventaneando, producto mitológico de los mass media nacionales, que con los gurús de la genética y las ciencias cognitivas como Deb Roy, o los matemáticos como Amir Aczel.

Chapoy, diminuta y frágil, produjo la confusión de la magia de revertir la cronología, con su timidez de quinceañera Thinker bell o de rito viviente edificado por un motor de Lego, placeándose por el complejo uapachoso.

En la primera fila los personajes de la vida política estatal: el rector de la UAP, Enrique Agüera Ibáñez, anfitrión del evento; el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle y su esposa, Martha Erika Alonso compartieron la pasarela con el zar de TV Azteca, Ricardo Salinas Pliego.

Unos segundos de televisión y la mención por parte de Andrés Roemer, organizador del evento, satisfizo a los anfitriones estatales.

En segunda hilera, los ensimismados funcionarios de la administración pública degustaron un sabroso coctel de recetas evolucionistas, destellos de las ciencias cognitivas, apología de las tecnologías de la información, y mini-clases Maruchan de historia de las matemáticas para un auditorio enamorado del conocimiento como cliché y gadget.

El encuentro de Roemer inició al cuarto para las once. El gobernador Rafael Moreno Valle y su esposa arribaron al auditorio del Complejo Cultural Universitario acompañados de Andrés Roemer.

El séquito gubernamental paseó por la sección de libros, viejos artefactos del sueño renacentista, y luego ingresó al recinto por una puerta lateral.

En un solo día desfilaron la más místicas conferencias: el elogio al sistema límbico; la apología sentimental hacia las computadoras; los “chickensaurus”; el ateísmo light; el evolucionismo desdarwinizado; la imperfección del cerebro; el grupo Radaid y la Fábrica de Tango; los chistes gringos intraducibles; los agradecimientos al gobernador de Puebla y al rector de la UAP; las confesiones de las videocámaras del científico cognitivo Deb Roy, el “matemágico” Benjamin, con sus trucos como el Mago Frank de las matemáticas y la devoción por las megapantallas; la escenografía y la sensación del conocimiento y los chimpancés como sujetos de estudio del apetito sexual. Collage de la antisuma teológica del conocimiento.

En la explanada los esperaba, fumando su cigarro, el secretario de Educación Luis Maldonado Venegas.
La gran revelación educativa de la Ciudad de las Ideas fue mirar con desparpajo a las matemáticas rotuladas como el entretenimiento de una sociedad hiper-informada y sub-real.

Pero a pesar de que los “spiquers” de la Ciudad de las Ideas anunciaron el nuevo mundo feliz de un mundo digital y en línea, las redes Wi-Fi de la Ciudad de las Ideas se colapsaron, lo que inhibió la voluntad “tuitera” de cientos de asistentes.

Los científicos de marras, como Jack Horner, paleontólogo, asesor de Steven Spielberg en Jurassic Park, abordaron el futuro mutante de las aves. Y Deb Roy se admiró a sí mismo en los hashtags de las series televisivas trasnacionales.

De los pollosaurios a las marionetas parlantes; de la matemática como entretenimiento al genoma red, la utopía de Salinas Pliego en el Complejo Cultural Universitario.

Ya por la tarde, luego de la seriedad musical del grupo Radaid, una catarata de conferencias iniciada por Mario Alonso Puig, Esther Wojciki, Karla Wheelovk, Óscar Bacallado, Isabel Behncke, Amir Aczel y Michael Shermer.

Como una conjetura imprevisible, la comunicadora y profesora de Palo Alto, Esther Wojciki contradijo el optimismo desfondado, la vorágine laudatoria y el antiborgeanismo mediático de la premisa ideológica del conocimiento como mercancía intangible.

Con prudencia, y una presentación básica y sin florituras en Power point de la profesora de comunicación de “jaiskul”, Wojciki pidió tratar con respeto a los estudiantes e incentivar su creatividad.

“Yo respeto su inteligencia y si algo se dificulta yo los apoyo hasta que lo entiendan.”

Además, afirmó que refuerza el trabajo en equipos.

“La vida es una serie de proyectos, no una lista de opciones”, censuró la profesora la pedagogía vigente en las aulas.

“Dejen que el maestro sea un coach y un guía”, fue despojándose de la parafernalia mediática y escenográfica la enseñanza de la profesora, que no obtuvo los más sonoros aplausos pero que sin duda, le dio a lo obvio un recato inusual del evento.

Amir Aczel, quedó bien con el mandamás de TV Azteca: “Este es el espectáculo más grandioso sobre la tierra. Le doy las gracias a Ricardo Salinas Pliego”.

El brutal esfuerzo de Aczel para meter en el set las ideas de Dedekind, Platón y Cantor, en las memorias mediatizadas de los asistentes fue casi bíblica.

“Lo más difícil es decirles la historia de las matemáticas en 10 minutos”, dijo Amir Aczel quien realizó un gran esfuerzo para condensar la historia de la matemática ante un auditorio que daba muestras de cansancio por la tarde.

Michael Shermer intentó hacer la apología del escepticismo pero le ganó su lado light.

“¿A poco no es padrísimo este evento?”, dijo el editor de la revista Skeptic.

“Quiero enseñarles a ser escépticos. La gente se está volviendo más inteligente, se aumenta tres puntos de coeficiente intelectual cada año.”

Y con optimismo desfondado el escéptico light, Shermer dijo que las máquinas pensarán.

“El cerebro es una máquina de creencias”, dijo Shermer.

Ya por la noche, la fiesta con el grupo Raidaid.