1.- Contables hay desde que se inventó esta ciencia en Persia, China y Egipto, hace miles de años, capaces de dictar al rejón 30 o 40 libros para definir la voz: impuesto.
2.- Este, dictado por los gobiernos a los compradores de fuerza de trabajo, parece una de las escasas contribuciones extras que se aplican a los propietarios, patrones o empresarios.
2.1.- El sentido común, nos dice que hay ventanas con quicios de puerta tan grandes, que las fugas recaudatorias del sistema impositivo —que no hacendario hasta ahora—, de todo el país, son desproporcionadas en relación a las ganancias; aviniéndose por ello de buen modo los causantes cautivos, a colaborar con sus gobiernos pagando el impuesto a nómina, además de otros a veces tan intrincados que los contables de negocios o empresas toman cursos explicativos.
3.- Tristemente este sobre —cobro ejercido por los gobiernos no tiene destino para el desarrollo, pues lo usan o han usado indistintamente los recaudadores finales como cajas chicas para el pago de festivales, seminarios, congresos o gastos imprevistos ajenos a la planeación.
4.-  Sí, los aportadores del impuesto referido tuvieron abajo su regazo un think tank-centro de educación superior-, le solicitarían un proyecto financiero, donde los fondos $$$$ acumulados fuesen etiquetados para el desarrollo empresarial.
Este objetivo es fácilmente describible:
4.1.- Crear el inventario de productos y servicios, (incluyendo los especializados) del estado, fabricados, ensamblados, cultivados, o aquí diseñados.
4.2.- Priorizar los apoyos a los propietarios, patrones o empresas, a punto de quebrar para evitar el cierre de la unidad productiva.
4.3.- Definir previa consulta con los expertos existentes sobre ¿dónde y en qué?, invertir para crear nuevas unidades productivas.
4.4.- Dedicar una cantidad fija de recursos $$$ para crear la hasta ahora inexistente en todo México: Cultura Empresarial, imponiendo en el proceso educativo los conceptos de competencia, planeación con organización y vinculación capital-educación-ciencia-tecnología-compra de fuerza de trabajo.
Admitir como sociedad de ciudadanos la existencia de los gastos superfluos o caprichosos suena enajenante, pero hasta ahora invariablemente  los dirigentes  o los que dan la cara por alguna organización patronal,  no han logrado entender que su representación les obliga a pelear por el desarrollo social, y no por la búsqueda de proveedurías o contratas con los gobiernos. 

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