Desde que perdieron la elección presidencial, el panismo entró en proceso de pulverización, de constante confrontación de grupos con diferentes visiones y que se resisten a someterse al designio de sus contrincantes.
La lucha encarnizada por el control del partido llevó al PAN a un callejón sin salida, y cada vez se hunden más con sus acusaciones reciprocas.
En los últimos dos años, dos personajes han protagonizado un guerra mediática que sólo ha provocado el desgate de la imagen del panismo.
Por segunda ocasión, Javier Lozano Alarcón enfrenta un proceso interno por las críticas sobre su dirigencia nacional. Lozano calificó de un “asco” y que “no tiene madre” el dirigente nacional, Gustavo Madero, lo que ocasionó que el PAN, a petición de Juan Molinar Horcasitas, intente sancionar al senador Javier Lozano Alarcón, durante una entrevista con López Dóriga en Radio Fórmula.
En marzo del año pasado, Lozano Alarcón también crítico a Gustavo Madero, resaltado sus lazos con el PRI, y lo llamó priista.
Lozano Alarcón explicó que sus críticas realizadas en el panismo forman parte de su derecho a disentir y de expresar su percepción sobre la vida política del PAN, algo que es propio de los institutos políticos democráticos.
Hace unos años, firmaron un pacto y muy poco tiempo duró. Porque los ataques volvieron a resurgir.
Ayer Gustavo Madero saludó fraternamente a Javier Lozano. “Nos vamos a echar un cafecito”, dijo, ante un sonriente senador, quien lo abrazó de lado para tomarse la foto con la que se ofreció la pipa de la paz. “El PAN nos une”, dijo el dirigente panista. Al fondo, Mariana Gómez del Campo gritó: “El PAN, unido, jamás será vencido”.
Y un ves más pactaron frenar las acusaciones; sin embargo, nada garantice que así sea, sobre todo porque la candidatura por la Presidencia de la República ya está en juego.
Y ninguno de los dos grupos está dispuesto a ceder sus posiciones.  
Veremos cuánto dura la nueva tregua.
Como están las cosas en Acción Nacional, no durará mucho.
Veremos y diremos.