Un simple boletín firmado por la presidenta estatal del PRI, Isabel Allende, desquició al ya célebre Señor de las Balas, al grado de que envió a dos de sus diputados locales a descalificar la postura del tricolor.
En este estado absolutista, nos queda claro que nadie dentro de la esfera morenovallista puede moverse sin la orden expresa de su jefe.
De ahí que las declaraciones de Jorge Aguilar y Pablo Rodríguez deban ser tomadas como una reacción visceral del habitante de la casona de Los Fuertes.
En el caso del diputado local panista Pablo Rodríguez Regordosa, su declaración es muy seria, toda vez que al contestarle a través de su cuenta de Twitter a Isabel Allende, pide las renuncias del presidente Enrique Peña Nieto, del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y del gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila.
 
Textualmente, el legislador blanquiazul dijo:
 
 
 
Quienes conocemos a Moreno Valle sabemos perfectamente que entre su gente nadie se va por la libre, y que si Pablito escribió eso a través de su cuenta de Twitter es porque cumplió con las órdenes de su jefe político.
Sin duda, el gobernador debió estar fuera de sus casillas para haber mandado a pedir la renuncia del presidente.
Y por si fuera poco, también pidió la del poderoso Miguel Ángel Osorio, quien seguramente mandará su acuse de recibo, con el sello de la casa.
Seguramente, este exabrupto tendrá un costo en las relaciones Federación-Estado, particularmente cuando se revisen las acciones del supuesto cumplimiento a las recomendaciones de la CNDH.
Bien dicen que en los juegos de la vida —incluida la política— el que se enoja pierde, y desde los incidentes de Chalchihuapan el Señor de las Balas parece gobernar bajo los efectos de un enfado permanente y una sed de venganza por haber perdido en una sola tarde sus ilusiones presidencialistas.
Y regresando a los efectos del boletín priista, es una verdad de a kilo que el gobernador no estaba acostumbrado a que lo tocara ningún político poblano ni con el pétalo de una rosa.
El miedo entre propios y extraños al garrote político con el que gobierna Moreno Valle generó el terror entre todo el círculo rojo, el cual no había tenido mayor remedio que someterse a la voluntad celestial.
Con esa coraza, sintiéndose intocable, el también llamado Señor de los Cerros siguió con sus excesos, pensando que nada ni nadie podría contraponerse a sus caprichos.
En un escenario similar al del priismo de los años sesenta, Moreno Valle gobernaba sin oposición. Con un Congreso sometido y con un Poder Judicial entregado.
Por eso es que un simple boletín convirtió Casa Puebla en una especie de manicomio, en donde los gritos, las mentadas y los celulares voladores impidieron que apareciera la cordura.
Nadie fue capaz de decirle al todopoderoso que pedirle su renuncia al presidente Peña era una afrenta de consecuencias mayores.
No hay que olvidar que el caso Chalchihuapan no está cerrado y que en medio de la crisis de violencia la cabeza de un gobernador perredista como el de Guerrero y de un panista como el de Puebla caerían como venidas del cielo.
No hay que olvidar que ya cayó la de un priista en Michoacán y que esto equilibraría los números y los escenarios políticos.
Y por si algo faltara, el Gobierno Federal tiene en sus manos el expediente de Oceanografía, en donde puede estar en especial resguardo el nombre del Señor de los Cerros.
Pero esa... esa es otra historia.
Ya lo verán.