La Puebla que se preciaba ‎de ser "zona cero" del crimen organizado cambio totalmente.
No tiene mucho, en uno de los restaurantes de comida rápida del zócalo de la ciudad de Puebla alguien dejó “abandonada” una granada de fragmentación que estaba enredada en cinta canela. 
La granada llevaba un mensaje directo al gobernador del estado; la misiva, además de protesta, llevaba una amenaza.
La molestia fue que "la plaza" ya estaba vendida y alguien la volvió a vender, una especie de estafa entre "caballeros".
La amenaza indicaba que los “Rojos", el grupo armado de los Bentrán Leyva, se estaban apoderando de puntos importantes del territorio poblano, entre los que se ubican San Andrés y San Pedro Cholula, además de la misma ciudad de Puebla, cuando esos "puntos" ya habían sido apartados y pagados.
Pero no sólo apareció la granada, en estados como Tamaulipas, Veracruz, Tabasco, aparecieron mantas que contenían la misma queja y amenaza.
El estado se iba a "calentar" si no se remediaba el asunto.
Todo lo que le comento se dio poco después del relevo del secretario de Seguridad Pública del estado, de Ardelio Vargas Fosado, por Facundo Rosas Rosas.
En ese tiempo, en sólo un mes ocurrieron cerca de 30 ejecuciones, aunque éstas se han seguido perpetrando.
El líder de los “Rojos” fue ejecutado por sicarios que interrumpieron una pelea de gallos en una zona de San Andrés Cholula; la Procuraduría General de Justicia investigó a varios de los implicados y los resultados fueron ocultados a los poblanos.
Otros hechos de violencia siguieron tras la amenaza con la granada, todos fueron ocultados.
Secuestros, “levantones”, asesinatos violentos, incluso el de una familia completa, han ocurrido en una Puebla que no estaba acostumbrada a tanta violencia.
Tras la presunta desaparición de los "Rojos", los propietarios de giros “negros” comenzaron a reportar la presencia de grupos de hombres armados que recorrían en vehículos lujosos las calles donde se ubican los “antros”, luego se fueron a fondo, ingresaron a estos locales y amenazaron a los propietarios, les pidieron pagos mensuales para no hacerles daño, además de que los obligaron a que dentro de los mismos se vendieran drogas como la cocaína, el éxtasis y otros tipos de drogas.
Muestra clara de esta presencia fue la consignación de nueve sujetos que dijeron ser parte del cartel de "Los Zetas", quienes fueron señalados por casos de extorción, además de que se dedicaban a otros tipos de delitos, como el robo de hidrocarburos, secuestros, homicidios y otros más.
En forma aparente, este tipo de delitos que atemorizaron a dueños de giros “negros” se terminaron con la detención, de “chiripazo", de nueve de los sospechosos, sin embargo, la presencia de estos grupos sigue, la venta de drogas es una constante y las ejecuciones, “levantones” y secuestros no se han terminado.
 
No me voy: Facundo Rosas
Cuando esta pesadilla es sólo un comienzo, cuando la Procuraduría General de Justicia se ha dado a la tarea de ocultar que los poblanos, tenemos un arma de fuego apuntando en la cabeza, ocurre el crimen de un menor de 13 años, en medio de una agresión extralimitada de la Policía Estatal Preventiva, el secretario de Seguridad Pública del estado, Facundo Rosas Rosas, compareció ante el Congreso del estado.
Fiel a sus argumentos distractores, como ocurrió con una agresión similar a estudiantes normalistas en Guerrero, donde murió un estudiante, Rosas Rosas "justificó" el actuar de sus policías, por una zona razón, fue él mismo quien ordenó el ataque y de ser responsables los policías, el castigo también lo va a arrastrar.
El señor dice que no se va, tiene razón, sus compromisos con todo lo antes mencionado evitan su salida, tiene que seguir siendo secretario, tiene que seguir mandando a sus incondicionales a ocupar cargos de seguridad en la zona donde el crimen organizado toma forma.
A esta tragedia todavía le quedan otros dos años. 
Nos vemos cuando nos veamos.