De acuerdo con la evaluación del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), la LVIII Legislatura, en los dos primeros años de trabajo, fue a la baja.
La legislatura morenovallista que anunció con bombo y platillos que enterraría los viejos vicios de las legislaturas con mayoría priista simplemente no pudo romper con las inercias.
El 13 de diciembre de 2012, el Centro de Estudios Espinosa Yglesias presentó una evaluación sobre el primer año de trabajo del Congreso local; en esa ocasión, la calificación global fue de 6.3, tras evaluar el desempeño institucional (7.29) y calidad de la actividad legislativa (5.4).
En la evaluación, paneles de expertos revisaron diversas leyes aprobadas en el primer año de la Legislatura: reforma electoral, Ley Orgánica del Congreso, transparencia, seguridad pública, derechos de propiedad y reforma penal.
Los especialistas coincidieron en que en el primer año de la actual Legislatura existió una alta cohesión de los grupos parlamentarios, los diputados asistieron con regularidad y puntualidad a sus sesiones, que no incurrieron en interferencias que obstruyan el cumplimiento de las funciones del órgano legislativo y que un alto porcentaje de las iniciativas presentadas se discutían y se aprobaban.
Para el segundo año, la situación cambio en detrimento de los legisladores morenovallistas. Del 6.3 obtenido en el primer año pasaron al 6 en el segundo año. La calidad de la actividad legislativa pasó de 5.4 a 5.37 puntos y el desempeño institucional de 7.29 a 6.57 unidades.
En esta segunda evaluación, el CEEY alertó que el tema de gastos en viáticos de los diputados puede servir para hacer prácticas desleales. Además, la Legislatura fue reprobada con 5.3 unidades; en transparencia y rendición de cuentas recibió 6.3, en el análisis de la iniciativa en reforma penal se le dio una calificación de 5.2 y el más bajo puntaje fue por la iniciativa en educación, con 4.4.
Sobre el análisis de las iniciativas aprobadas en educación se determinó que no hubo diagnósticos centrados en problemáticas educativas que busquen resolverse; además de que tienen una deficiente fundamentación legal y argumentación débil, entre otras fallas. Respecto a la iniciativa de reglamento interior, se consideró que la discusión fue insuficiente en la comisión dictaminadora y hubo confusión conceptual entre lo orgánico y lo procedimental. En el tema de transparencia y rendición de cuentas tampoco quedó claro quién fiscaliza al Congreso y sus órganos internos.
Habrá que esperar la evaluación del último año, pero entrada la tendencia se mantuvo a la baja, sobre todo, que la mayoría de los diputados se convirtieron en “chapulines” para ir en busca de presidencias municipales, en detrimento del trabajo legislativo.
El reto de la actual Legislatura es cambiar radicalmente la imagen de los diputados, pero con el trabajo de los primeros cien días el futuro es nada halagador.