En mi columna del día de ayer hice un breve relato de la justa protesta de los pobladores de los municipios de Hueytamalco y Ayotoxco, quienes cerraron la carretera —por llamarle de algún modo a este desastroso camino— para exigir que el gobierno morenovallista cumpla con la promesa de campaña de darles una vía de comunicación digna.
En respaldo a esta manifestación ciudadana, el día de hoy presento diversas fotografías que muestran que este camino está desmoronándose y que es prácticamente imposible circularlo para la mayoría de los automóviles.
Qué mejor ejemplo para los lectores que esta gráficas que dejan en claro el estado de abandono en el que se encuentran estas carreteras, a diferencia de las vialidades de concreto hidráulico que presume en todos los medios de comunicación el delfín morenovallista Cabalán Macari.
 
 
 
 
 
Evidentemente, ni el Señor de los Cerros ni su titular de Infraestructura conocen el grado de destrucción de estos caminos, porque ellos solo circulan el estado en el Ferrari de los helicópteros.
Resulta imposible que se percaten del grado de marginación de la gente de la Sierra Norte si el jefe máximo de la política estatal baja media hora para presidir algún evento y de inmediato se esfuma entre los aires en su Agusta negro.
Y conste que no estamos hablando de una brecha o una terracería que enlace a dos rancherías. Estamos hablando de una carretera que une a dos de los municipios más importantes en producción ganadera y cítrica del estado. Además de que esta carretera debiera ser el paso natural de los habitantes de Zacapoaxtla y Cuetzalan para llegar a Teziutlán, San Juan Acateno, Martínez de la Torre y otros municipios de Puebla y Veracruz, en donde el comercio del ganado y la fruta es fundamental para la subsistencia de miles de productores y campesinos de la región.
Lamentablemente, esas obras no le retribuyen al gobernador Moreno Valle nada para posicionar su imagen nacional, a diferencia de la rueda de la fortuna, el teleférico y otras obras absurdas que forman los emblemas de su administración.
Y así como esta carretera, están muchas otras que mantienen a los pueblos casi incomunicados, los cuales deberán esperar a que termine el sexenio para ver si el siguiente gobierno se acuerda de su existencia.
Imagínense lo que esta gente pensará cuando viene a la zona metropolitana de la Angelópolis y se percata del derroche de recursos utilizado en obras de relumbrón.
No quiero ni imaginar el recordatorio familiar que se llevará el mismísimo Señor de Los Cerros cuando lo escuchan presumir que está “transformando Puebla”.
Y usted, al ver estas fotos, ¿qué piensa?