El abandono del barco tricolor tiene muchas lecturas, de entrada, por las decisiones que tomaron sus líderes, tanto en lo federal como en lo estatal, despachándose con sendas senadurías.

El caso de Alito Moreno no resiste un análisis. Se otorgó el primer lugar de la lista al Senado, asegurando así seis años de vida de placer en el paraíso de la Avenida Reforma.

Por su parte, el líder estatal no se quedó atrás y amarró el primer lugar de la fórmula al Senado, con lo que también tendrá una silla en la misma sala de plenos que Alito.

Pero el líder nacional no quedó conforme con su senaduría y otorgó lugares de privilegio a mujeres a las que se le ha ligado de diversas maneras.

En esa voracidad política, Alito Moreno muy campechano relegó de esa lista a perfiles que tenían más merecimientos que cualquiera de toda esa relación de impresentables.

¿O acaso hay alguien en el PRI actual con más merecimientos que Alejandra del Moral?

Pues esa misma historia nacional se repitió en Puebla, empezando por Néstor Camarillo.

Ahora pasemos al caso Estefan.

Si bien es cierto que Alito y Néstor con sus actos se hicieron merecedores al repudio de la militancia tricolor, la realidad es que se podían quejar todos, menos los privilegiados eternos del PRI.

Y en ese rubro de beneficiarios permanentes, está Jorge Estefan.

Diputado federal en tres ocasiones, presidiendo dos de las comisiones más codiciadas en San Lázaro, director de Bansefi, secretario de la Contraloría, de Desarrollo Social, de Finanzas, diputado local… un sin fin de cargos partidistas y hoy diputado local.

En pocas palabras, Estefan nada tendría que reclamarle al PRI. Le dieron todo y a manos llenas.

Y ahora que se sintió en la banca —parafraseando al maestro Pepe Alameda—, decidió hacer la graciosa huida.

Nadie pone en duda el talento y capacidad de Jorge Estefan Chidiac ni se puede cuestionar su habilidad política. Pero ninguno de los grandes privilegiados del tricolor pueden justificar su abandono del barco por un supuesto incumplimiento.

Y ahí es en donde salta la pregunta: ¿su larga permanencia en el PRI era por lealtad o por simple conveniencia?

Son preguntas que Estefan —en su íntima intimidad— le sabrá contestar a su almohada.

Ni más, ni menos.