Durante las próximas cinco semanas, los golpes bajos entre las 27 corcholatas de Morena estarán al máximo.

Sin temor a equivocarme le adelanto que nos enteraremos lo mismo de cuestiones privadas, que deberían quedarse en ese ámbito, como de historias pasadas de quienes aspiran a quedarse con la candidatura a la gubernatura, claro está, bajo el eufemismo de Coordinador estatal de los comités de defensa de la Cuarta Transformación en Puebla.  

Desde las redes sociales e incluso en los discursos, las y los aspirantes comenzarán a ver la paja en el ojo ajeno y sacarán del armario todos los cadáveres de sus adversarios, los reales y hasta los imaginarios.

Como en la guerra, durante el proceso interno de Morena todo será válido. Y con ello las bases quinta y sexta de la Convocatoria también serán ignoradas.

Los líderes de la 4T y hasta los propios interesados en hacerse de la candidatura principal no han medido que mientras ellos se van a despedazar y a dar hasta con la cubeta, en la casa de enfrente, en el PAN tienen a un candidato único que, sin hacer campaña, sin gastar millones en espectaculares y hasta sin recorrer cada semana el interior del estado, es altamente competitivo.

Y mientras se llega al 30 de octubre, fecha tentativa en que se conocerá al o a la ganadora de la precampaña morenista, los punteros habrán librado una campal que seguramente les dejará más de una herida.

Ayer mismo vimos una muestra de ello cuando se lanzaron acusaciones entre dos de los punteros. Mientras por un lado aseguran que hay presión y compra de votos a los integrantes del Consejo Estatal, por el otro sostienen que se amaga a alcaldes, consejeros y militantes.

Y regreso al punto, mientras en el partido guinda están como perros y gatos, en el blanquiazul, Lalo Rivera está como el meme, en su butaca con sus palomitas en mano y disfrutando de la función.

Lo dicho, el peor enemigo de un morenista… es otro morenista.

La reapertura de la autopista

Anoche, después de que los pobladores de Tlahuapan cerraron una vez más el paso a la Ciudad de México, la autoridad logró imponerse y reabrir la circulación.

No era la primera ocasión ni la tercera ni la cuarta que un puñado de hombres y mujeres salían a cerrar una vialidad federal para exigir que se violara la ley.

Salvo en contadas ocasiones, la toma de vialidades había sido para demandarle a las autoridades que soltaran a presuntos delincuentes, como ayer, que pedían la liberación de dos personas acusadas de  narcomenudistas.

Ayer eso terminó.